
Bajo esa barba guerrillera, posee un tesoro incalculable. La laringe es el cofre donde esconde la más preciada de las voces humanas. Dos de sus cuatro cuerdas vocales se juntan, el aire choca contra ellas, vibran y producen el registro más agudo de la voz masculina. El sonido se amplifica en una garganta y boca generosas, que terminan por hacer casi imperceptibles sus dos labios rosados y temblorosos, la cima inverosímil de un cuerpo de 150 kilos. Nunca dijo cuánto pesaba exactamente, pero a nadie le importó: la ópera alcanzaba su máximo esplendor cuando era interpretada por este italiano hijo de panadero.
De paseo, iba de sombrero blanco con cinta negra y camisas anchas de colores y motivos tropicales. Pero en el escenario vestía siempre de suprema elegancia nocturna. La camisa blanca de cuello de paloma parece inmaculada y corona una estampa de galán sobresaliente, cubierta por un saco que en la parte trasera acaba en dos colas. El pelo abunda en sus cejas oscuras, las dos guardianas de sus ojos negros, algo cansados, pero escasea en la brillantez de su bronceada frente. Aún así, permanece desde tiempos ancestrales la partidura que Adele Venturi le peinó a su único hijo varón. De niño quiso ser arquero, pero sus manos estaban destinadas a abrirse en direcciones opuestas para recibir aplausos, no pelotazos. Fue tan acertada la elección que en 1988 entró al libro Guinness Record por la cerrada ovación de una hora y siete minutos que le tributó el público de la Ópera de Berlín. Probablemente nadie pueda interpretar como él al príncipe Calaf de Turandot, pues no existen dos personas en el globo que canten con tal amplitud de mandíbula.
Emana un encanto latino propio de un nacido al norte de Italia, a pesar de la figura que lo circunda a la perfección. Su mano derecha dibuja una copa imaginaria en dirección altiva y la izquierda sostiene el imperdible pañuelo blanco que limpiaba su frente y hacía juego con sus dientes de nieve. Tras su figura, un ejército de cuerdas, bronces y percusiones parece parte de la escenografía. Delante de él, una masa expectante disfruta con delicia sus notas imposibles. Después de una de ellas, como la del aria final de "Nessun Dorma", su rostro no reacciona por algunos segundos, pero luego sonríe y delinea una infinidad de patas de gallo que se multiplican felices mientras dura la gloria.
Su goce estuvo en los espaguetis, reconocidos culpables de su talla. Amó la pintura, los caballos y a la “Vecchia Signora”. Formó, junto a los españoles Carrera y Domingo, la terna de música clásica más popular y millonaria de la historia y se le atribuye la culpa de llevarla a lo más alto de los ranking’s pop del mundo entero. Nació el 12 de octubre de 1935 en Módena y murió en la misma ciudad hace menos de un mes por un cáncer de páncreas. Antes de eso, grabó duetos con Frank Sinatra y Michael Jakson, otros dos números uno de la industria. El seis de septiembre de 2007, un año después de anunciar su retiro de los escenarios, Nicoletta Mantovani perdió a su marido, la Juventus a un tifosi y la música al tenor más oído.
Perfil con foto, basado en “Señoras y señores”, de Juan Marsé.
28/09/2007
Taller de Perfiles
De paseo, iba de sombrero blanco con cinta negra y camisas anchas de colores y motivos tropicales. Pero en el escenario vestía siempre de suprema elegancia nocturna. La camisa blanca de cuello de paloma parece inmaculada y corona una estampa de galán sobresaliente, cubierta por un saco que en la parte trasera acaba en dos colas. El pelo abunda en sus cejas oscuras, las dos guardianas de sus ojos negros, algo cansados, pero escasea en la brillantez de su bronceada frente. Aún así, permanece desde tiempos ancestrales la partidura que Adele Venturi le peinó a su único hijo varón. De niño quiso ser arquero, pero sus manos estaban destinadas a abrirse en direcciones opuestas para recibir aplausos, no pelotazos. Fue tan acertada la elección que en 1988 entró al libro Guinness Record por la cerrada ovación de una hora y siete minutos que le tributó el público de la Ópera de Berlín. Probablemente nadie pueda interpretar como él al príncipe Calaf de Turandot, pues no existen dos personas en el globo que canten con tal amplitud de mandíbula.
Emana un encanto latino propio de un nacido al norte de Italia, a pesar de la figura que lo circunda a la perfección. Su mano derecha dibuja una copa imaginaria en dirección altiva y la izquierda sostiene el imperdible pañuelo blanco que limpiaba su frente y hacía juego con sus dientes de nieve. Tras su figura, un ejército de cuerdas, bronces y percusiones parece parte de la escenografía. Delante de él, una masa expectante disfruta con delicia sus notas imposibles. Después de una de ellas, como la del aria final de "Nessun Dorma", su rostro no reacciona por algunos segundos, pero luego sonríe y delinea una infinidad de patas de gallo que se multiplican felices mientras dura la gloria.
Su goce estuvo en los espaguetis, reconocidos culpables de su talla. Amó la pintura, los caballos y a la “Vecchia Signora”. Formó, junto a los españoles Carrera y Domingo, la terna de música clásica más popular y millonaria de la historia y se le atribuye la culpa de llevarla a lo más alto de los ranking’s pop del mundo entero. Nació el 12 de octubre de 1935 en Módena y murió en la misma ciudad hace menos de un mes por un cáncer de páncreas. Antes de eso, grabó duetos con Frank Sinatra y Michael Jakson, otros dos números uno de la industria. El seis de septiembre de 2007, un año después de anunciar su retiro de los escenarios, Nicoletta Mantovani perdió a su marido, la Juventus a un tifosi y la música al tenor más oído.
Perfil con foto, basado en “Señoras y señores”, de Juan Marsé.
28/09/2007
Taller de Perfiles
Me saqué un 5,3 ¿Ustedes están de acuerdo?
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