Janos Otsuzum tiene una lista de cincuenta amigos en su inventario, asiste regularmente a seminarios internacionales y baila con extranjeras en sus carretes cotidianos. Alejandro García, el “titiritero” de Janos, no baila en la vida real, no frecuenta seminarios de ningún tipo y no lleva un inventario con el número de sus amistades. Janos es la segunda vida de García en un mundo virtual llamado
Second Life, la comunidad virtual más grande del orbe, con casi siete millones de usuarios registrados. Janos hace lo que Alejandro no puede y a cambio él lo mantiene con “vida”.
La historia comienza en las oficinas de Linden Lab, en las cercanías de San Francisco, donde más de cinco mil servidores Dual-Cuore de AMD dan soporte a Second Life. Hasta ayer –martes 29 de mayo de 2007- en este mundo virtual ya hay 6,781,444 “residentes” quienes viven a diario un universo paralelo. Allí, uno puede construir su propia casa, apostar en casinos, ir a conciertos en directo, contraer matrimonio con otro residente, formar sectas e, incluso, robar o prostituirse. “El sexo hizo popular internet y acá está lleno de lugares con eso. Podis encontrar strippers, swingers y hasta moteles con audio”, dice el usuario real del avatar Cabrera Jowisz. Algunos usuarios han denunciado “violaciones virtuales” y en Alemania se están investigando algunas denuncias sobre redes de pederastas que contactan a niños a través de esta plataforma.
Cuando en marzo de 2002 la compañía creó “Linden World”, primera versión de este mundo paralelo que no contenía sistema económico disponible, no pensó en los problemas que podría traer esta especie de anarquía contro -lada. Pero a poco andar, tuvo que instaurar lo que llaman “big six” o seis grandes normas. Si estas se pasan por alto, pueden terminar con la expulsión del usuario. Así, no se permiten declaraciones racistas, revelar información sobre la vida real de otro residente u otras “indecencias”. Ya se ha expulsado a algunos habitantes por conductas impropias que van desde afear su casa para comprar a menor precio las de sus vecinos hasta la organización de grupos neonazis.

Hoy, por la módica suma de 500 dólares Linden –moneda oficial de SL- puedes disfrutar de media hora de sexo virtual con avatares prostitutas. O, para los que buscan estabilizarse y formar una familia, existe la posibilidad de contraer matrimonio con otra(o) residente, consumar el sagrado vínculo, embarazar a su avatar-conyuge e incluso tener avatares-hijos.
“Es difícil ser feo en Second Life”
Para empezar a “vivir” en SL lo primero es crear tu avatar, es decir, un doble digital. Y a pesar de que la manera de moldear una apariencia es relativamente fácil, hacer tu propio álter ego puede tardar más de lo común. En promedio cada residente demora cuatro horas en elegir el nombre y el aspecto físico de su yo virtual. En SL la primera impresión lo es todo, ya que nadie tiene su personalidad definida, y de ella dependen las posibilidades de entablar nuevas amistades. “Por ejemplo, es más caro comprarte una piel que un Mercedes Benz en SL”, explica Juan Cabrera, de la comunidad chilena de SL. Con todo esto es bastante difícil verse mal en tu proyección digital. Por ejemplo, todos los cuerpos exhiben pectorales gimnásticamente esculpidos y no hay espacio para la obesidad. “No hay pieles para gordos. Son muy escasas y no hay tanto detalle para eso. Los más normales son de gente bonita o de figuras de otro tipo como aliens, animales o caricaturas. Yo tengo uno de un monito de nieve, pero nunca lo ocupo”, dice Alejandro García, otro miembro de la comunidad chilena de SL. Así, en vez de luchar con la objetividad y el orgullo de recrear un cuerpo fidedigno, los avatares supermodelos llevan la delantera. Es la gracia de SL.
De hecho, en SL -como lo llaman sus usuarios- se puede hacer lo que en la vida real los humanos no podemos: volar. Incluso es bastante común encontrarse con casas en el cielo. También es posible la teletransportación –algo así como el antónimo del Transantiago-, buscando y determinando el punto exacto de destino en una guía. Todo esto para dirigirnos de un sitio a otro, sin tarjetas bip! ni alimentadores. Es decir, mi yo virtual puede visitar una muestra de arte

en el Louvre, ir a la embajada de Suecia en SL y volver inmediatamente a protestar contra el Transantiago en el frontis de La Moneda. Precisamente éste fue uno de los actos más bullados de la comunidad chilena en SL, hace unas pocas semanas. En la protesta hubo manoseos, exigencias de chocopandas gratis y hasta un Darth Vader flotando sobre la casa de gobierno. La manifestación terminó con un troncal incendiado por la gente pixelada. El gran ausente fue el guanaco.
Dinero virtual, dinero realSecond Life es un negocio. El registro es completamente gratuito, pasearse por el mundo y conversar con los otros residentes también, pero si quieres ganar dinero –como ya algunos lo están haciendo- necesitas un terreno. En SL la propiedad manda, tal como en el mundo real. Para ellos está la cuenta Premium donde por $9.95 al mes (unos diez mil pesos chilenos) disponen de 512 m2 para construir o montar una casa prefabricada. En la portada de Business Week de Agosto de 2006, aparece el avatar Anshe Chung, catalogada como la primera millonaria virtual de SL. La persona detrás de esta personalidad online tiene hoy una empresa con empleados repartidos en todo el mundo y ha visto beneficios como corredora de propiedades por más de un millón de dólares americanos. “Lo que pasa es que el precio del terreno ha ido subiendo y ella compró cuando estaba más barato. En buen chileno, le dio el palo al gato.”, explica Alejandro García, uno de los webmasters de
la comunidad chilena de SL.
García reconoce tener muchos proyectos para desarrollar en esta comunidad virtual. Proyectos lucrativos, por supuesto. Junto con Juan Cabrera, compañero de trabajo y de comunidad en SL, organizaron hace unas pocas semanas un desfile de modas y tienen en carpeta el realizar el primer concierto de un grupo chileno en directo por Second Life. “Ya tenemos el consentimiento del grupo y algunos auspiciadores interesados. Cuando esté ocurriendo en SL esperamos transmitirlo en un local con pantalla gigante y todo, en vivo”, dice Cabrera. Ya algunos grupos como U2 o Sex Pistols han ofrecido conciertos para SL y para este año la oferta va creciendo.

Como ven, Second Life es una verdadera segunda oportunidad. No existe la muerte. No hay poblaciones callampas ni pasta base ni medios de transporte público con irregularidades. En este mundo lo virtual y lo real se diluyen y, de paso, cumplen con la idea de Neal Stephenson en su novela
Snow Crash. En ella, existe un concepto llamado Metaverso que describe un hipotético mundo virtual en el cual las personas pudiesen interactuar, jugar, hacer negocios y todo tipo de comunicaciones. No por nada algunos políticos la han ocupado para difundir sus mensajes o lanzar sus campañas políticas. Si hasta la Unión Europea planea construir un centro virtual en SL.
Es la última locura de Silicon Valley, una utopía que se vive entre bits, procesadores y alter egos pixelados. Toda una vida por delante, sin moverse de su escritorio.